No tenía nada. Absolutamente nada. Cuando fue verdaderamente feliz en sus fantasías, cansado de la crueldad de la vida, decidió vivir sus sueños y soñar su día a día...
Para reunirse con ella.
Y, cuando la muerte vino vestida de blanco, acompañado por ella, él sonrió, con los brazos abiertos.
Había llegado el momento de dejar de soñar para vivir en un sueño eterno.
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