Cuando te sientes tan mal que tu único apoyo son las personas a las que quieres e, incluso, llegas a tener la suerte de que te correspondan en la misma medida, te sientes en la cima del mundo, rozando el cielo, flotando con las alas que forman aquellos que están contigo.
Crees que nada puede tocarte, dañarte.... pero te equivocas
Cuando crees que la gente a la que aprecias con toda tu corazón te hace daño, te olvida y te deja a un lado, pierdes las hermosas y doradas plumas de las alas que te sustentan. Y puede que llegue un momento en el que te quedes con un par de huesos en la espalda, demasiado finos y frágiles como para sostenerte en el aire.
Y ya no puedes seguir flotando.
Es entonces cuando caes sin remedio en un pozo, cuando tocas el fondo más oscuro de tu alma, esa parte que prefieres reprimir y ocultar porque sabes que, si no lo haces, todos los que están a tu alrededor sufrirían sin remedio...
Sabes que, cuando alguien toca fondo, lo único que puedes hacer es ascender...
Pero, ¿cómo hacerlo cuando no tienes nada en lo que apoyarte... cuando crees que ya no te queda nada por lo que luchar?

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