miércoles, 30 de marzo de 2011

Ángel sin plumas

Cuando te sientes tan mal que tu único apoyo son las personas a las que quieres e, incluso, llegas a tener la suerte de que te correspondan en la misma medida, te sientes en la cima del mundo, rozando el cielo, flotando con las alas que forman aquellos que están contigo.

Crees que nada puede tocarte, dañarte.... pero te equivocas

Cuando crees que la gente a la que aprecias con toda tu corazón te hace daño, te olvida y te deja a un lado, pierdes las hermosas y doradas plumas de las alas que te sustentan. Y puede que llegue un momento en el que te quedes con un par de huesos en la espalda, demasiado finos y frágiles como para sostenerte en el aire.

Y ya no puedes seguir flotando.

Es entonces cuando caes sin remedio en un pozo, cuando tocas el fondo más oscuro de tu alma, esa parte que prefieres reprimir y ocultar porque sabes que, si no lo haces, todos los que están a tu alrededor sufrirían sin remedio...

Sabes que, cuando alguien toca fondo, lo único que puedes hacer es ascender...

Pero, ¿cómo hacerlo cuando no tienes nada en lo que apoyarte... cuando crees que ya no te queda nada por lo que luchar?

sábado, 19 de marzo de 2011

Blanco


Blanco.

Todo es blanco.

Estás rodeado por una blancura inmaculada, en la que solo existe la paz y tranquilidad.

Silencio.

No se oye nada más que el lento y calmado latir de tu corazón, y el sonido de tus pulmones al llenarse de aire y vaciarse a un ritmo acompasado.

Calma.

Cierras los ojos, disfrutando de la dulce sensación de no recordar nada, de sentir solo felicidad…

Vacío.

No hay nada en tu mente, nada que te perturbe ni te atormente. Solo esa calma que te apacigua y te hacer sentir bien.

Descanso.

Mueves cada uno de tus músculos, intentando recuperar la sensibilidad en todo tu cuerpo, rozando con suavidad esa blancura que te rodea, y que está iluminada por una tenue y suave luz cada vez más intensa.

Te estiras.

Y es cuando todos tus músculos comienzan a ser conscientes de que vuelven a estar vivos.

Recuerdos.

Cada uno de ellos regresa cada vez con mayor claridad en tu mente, empezando por aquellos momentos más felices de tu vida.

Y la felicidad aún sigue latiendo en ti.

Y es entonces cuando, al recuperar cada uno de tus recuerdos y ser consciente de que estás despierto de nuevo, el silencio se rompe en mil pedazos.

La alarma suena.

Un nuevo día ha comenzado, y debes abandonar esa paz de tu cama para poder vivirlo.

Pero tranquilo…

Mañana podrás volver a sentir la misma inocente felicidad que había inundado tu corazón hacia apenas unos segundos.