
miércoles, 30 de marzo de 2011
Ángel sin plumas

sábado, 19 de marzo de 2011
Blanco

Blanco.
Todo es blanco.
Estás rodeado por una blancura inmaculada, en la que solo existe la paz y tranquilidad.
Silencio.
No se oye nada más que el lento y calmado latir de tu corazón, y el sonido de tus pulmones al llenarse de aire y vaciarse a un ritmo acompasado.
Calma.
Cierras los ojos, disfrutando de la dulce sensación de no recordar nada, de sentir solo felicidad…
Vacío.
No hay nada en tu mente, nada que te perturbe ni te atormente. Solo esa calma que te apacigua y te hacer sentir bien.
Descanso.
Mueves cada uno de tus músculos, intentando recuperar la sensibilidad en todo tu cuerpo, rozando con suavidad esa blancura que te rodea, y que está iluminada por una tenue y suave luz cada vez más intensa.
Te estiras.
Y es cuando todos tus músculos comienzan a ser conscientes de que vuelven a estar vivos.
Recuerdos.
Cada uno de ellos regresa cada vez con mayor claridad en tu mente, empezando por aquellos momentos más felices de tu vida.
Y la felicidad aún sigue latiendo en ti.
Y es entonces cuando, al recuperar cada uno de tus recuerdos y ser consciente de que estás despierto de nuevo, el silencio se rompe en mil pedazos.
La alarma suena.
Un nuevo día ha comenzado, y debes abandonar esa paz de tu cama para poder vivirlo.
Pero tranquilo…
Mañana podrás volver a sentir la misma inocente felicidad que había inundado tu corazón hacia apenas unos segundos.